Participación adolescente para una mejor ciudadanía

"En el Perú hay alrededor de 3.2 millones de adolescentes. Y en cada uno de ellos y ellas la oportunidad de un país con mayor desarrollo social y económico"

Por: Ana de Mendoza
22 Septiembre 2021
Ana de Mendoza, Representante, frente a una bandera de UNICEF

Ana de Mendoza
Representante de UNICEF

En el Perú hay alrededor de 3.2 millones de adolescentes. Y en cada uno de ellos y ellas la oportunidad de un país con mayor desarrollo social y económico. Pero esto se dará siempre que reconozcamos a las chicas y chicos como sujetos de derechos. Hacerlo tiene un impacto positivo en sus vidas, además en el fortalecimiento de la ciudadanía, porque contribuye a la formación de generaciones con mirada crítica y voz demandante y propositiva.

Alentar desde la familia, la escuela y la comunidad que las voces de niñas, niños y adolescentes se escuchen y se tomen en cuenta es el compromiso que asumieron los estados del mundo, entre ellos el Perú, cuando aprobaron y suscribieron la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) en 1989.

En este contexto de crisis sanitaria más de 25,000 adolescentes de todo el país han estado activos en procesos de participación y de acción por sus pares y sus comunidades. UNICEF ha sido testigo de esta movilización a través de las redes sociales, radios y otras estrategias comunitarias efectivas para acompañarse, reducir efectos de la pandemia en su salud mental, identificar situaciones de riesgo, así como evaluar y emitir recomendaciones sobre las respuestas del Estado.

Una de esas experiencias es el programa Corresponsales Escolares, que convocó a 600 adolescentes en representación de 150 escuelas y organizaciones, quienes eligieron desarrollar proyectos periodísticos sobre educación, salud, medio ambiente y la situación política del país, demostrando que chicos y chicas quieren dialogar, investigar y buscar soluciones a los problemas que impactan sus vidas.

La facilidad con que adolescentes de localidades rurales o urbanas de costa, sierra y selva; de colegios públicos y privados se ponen de acuerdo para hacer realidad lo que se propone es realmente aleccionadora, y constituye un patrimonio social esperanzador que Perú no debería pasar por alto. Son esas voces las que están dictando las prioridades de un país que intenta pararse firme y vencer la amenaza de las futuras olas de la pandemia.

Lamentablemente, todo indica que no siempre encuentran adultos dispuestos a escucharlos.  En ese sentido, según el Índice de Bienestar Adolescente de UNICEF, el Perú urbano lleva una gran ventaja frente al rural.  En una escala en la que cero es la base y uno es la meta, la participación adolescente en el área rural está en cero y en el área urbana en 0,80.

Educación y Salud, que pasan por retorno seguro a las clases presenciales y vacunación universal para los grupos de riesgo, son dos de las demandas de esta generación que está preocupada por su presente y por su futuro. Preocupación que tiene fundamento: 1.2 millones de niños, niñas y adolescentes pasaron entre el 2019 y el 2020 a engrosar las filas de la pobreza.

Que las voces adolescentes se escuchen, respeten y tomen en cuenta en las familias, escuelas, comunidades, medios de comunicación y espacios decisores, es clave para ellos y ellas, es clave para el Perú.