El agua que limpia el alma 

La historia de cómo una comunidad organizada, las autoridades y UNICEF lograron colocar una bomba de agua que transformó la vida de 1550 habitantes del Centro Poblado de Casa Blanqueada en Tumbes. De ellos, 623 son niños, niñas y adolescentes.

Por Elsa Úrsula
Profesora y Regidora Olga Luna.
UNICEF/Ursula
26 Marzo 2024

Las gotas de sudor invadían los cuerpos de todos los comuneros que, juntando todos sus esfuerzos para cavar unas zanjas de 5 metros de profundidad, luchaban contra los 34 grados de calor que les regalaba el cielo tumbesino de la zona de Casa Blanqueada, en el distrito de San Jacinto de la Provincia de Tumbes.  Pero esta era una pelea menor, frente a la desdicha que vivieron por años.

“Hay muchas penurias que uno tiene en la vida, pero tener agua por algunas horas solo cuatro veces al mes, fue una de las peores que pudimos vivir.  Yo soy profesora de educación inicial de la escuela 018 de Casa Blanqueada y desde siempre he tenido niños con la piel rojita de tanto rascarse, que se me ponen malitos del estómago. Y el agua que juntábamos en la escuela para lavarles las manos después de jugar no nos duraba ni dos días”. – dice Olga Luna, profesora de inicial y regidora en la municipalidad de su localidad. 

En su casa que está en la parte alta, abrir el caño y que saliera el agua era un sueño, una ilusión que abrazó por años y que, a pesar de todos los papeles, documentos, y gestiones, nunca llegó.

Años antes, los antiguos pobladores de Casa Blanqueada juntaron todo su dinero y compraron una bomba de agua que funcionaba a combustible. “Pero esa bomba no fue la solución. No podíamos tener agua ni siquiera un poquito todos los días. Mis cultivos se morían, el sol los aplastaba, la tierra se cuarteaba. ¿Cómo podíamos darle de comer a nuestros hijos?”, nos dice José Ipanaqué, un campesino de 64 años.  Manuel Villegas, líder comunitario y agricultor dice: “El combustible para que funcione la bomba de agua costaba muchísimo. Eran casi ocho mil soles mensuales y no podíamos juntar esa cantidad de dinero. ¿De dónde? Apenas teníamos para comer. Pero el año pasado vino lo peor, el ciclón Yaku”.

José Ipanaque, campesino de 65 años, Tumbes
UNICEF/Ursula

El Yaku los agarró a todos de sorpresa. Las lluvias no pararon por semanas. Todo se inundó, sus casas, la escuela, la posta y cuando fueron a ver, la bomba de agua había quedado sumergida con metro y medio de agua por encima. Las carreteras se bloquearon y el pueblo quedó aislado completamente.

Mientras tanto en Tumbes, el Ministerio de Vivienda con el apoyo técnico de UNICEF empezó a localizar las comunidades más afectadas por el Ciclón. “Casa Blanqueada salió como una de las comunidades más afectadas porque se habían bloqueado las vías para llegar hasta ellos. Se sabía que tenían problemas de abastecimiento de agua, pero al quedar fuera de todo contacto hizo que nos desplazáramos hasta allá junto a la comitiva del Ministerio de Vivienda. Una vez en la zona, coordinamos con el alcalde e hicimos una reunión que incluyó a los dirigentes comunitarios para saber cuál era la situación de la población y de los 623 niños, niñas y adolescentes que viven en esa localidad” recuerda José Vasquez, Coordinador Regional de UNICEF Tumbes.

José Vazquez, coordinador de UNICEF en Tumbes, mostrando la donación realizada
UNICEF/Ursula

La profesora y regidora Olga estaba cocinando cuando le avisaron de la reunión. “Bajé corriendo desde mi casa y les conté todo lo que estábamos viviendo. Yo les dije que el no tener agua había hecho que nuestros niños se enfermen a cada rato del estómago, de granitos en la piel, que bajen de peso, que la población padezca del dengue y de leptospirosis. Les pedí que por favor nos ayuden a solucionar el problema de agua, porque vivir así era como padecer el infierno sin haber cometido pecado”. Su rostro se pone duro, se cuartea como la tierra, y una lágrima surca por los pliegues de su piel. Pero se recompone al instante y dice, “esa es historia pasada. Ya no debemos sufrir por lo que ya pasó”.

Después de hacer todo el análisis de las necesidades, UNICEF con el apoyo de la Unión Europea (ECHO) y fondos de Emergencia de Naciones Unidas (CERF) compró una electrobomba de agua con una potencia que permitiría abastecer a toda la comunidad, incluso a las que tenían sus casas en altura. “Es por eso que en paralelo fuimos gestionando el presupuesto para colocar el sistema eléctrico a la comunidad y ampliamos aún más para comprar las tuberías necesarias para que esta comunidad de 1550 habitantes pudiera por fin contar con agua de manera permanente y de calidad. Necesitábamos también del apoyo de la comunidad para hacer las zanjas y colocar los tubos. Y eso se logró”, afirma Selene Mendoza, Directora Regional de Vivienda de Tumbes.

Lucy Montanchez, lideresa venezolana en Tumbes
UNICEF/Ursula

Fueron cien comuneros organizados, trabajando de sol a sombra, dejándolo todo en cada lampeada los que consiguieron cavar 1,500 metros para colocar los tubos que les cambiarían la vida. Organizarlos no fue tarea fácil, pero ya la vida le había dado muchas pruebas como para no estar preparada para esta. Lucy Montañez, madre de tres niños y nacida en Aragua, Venezuela había llegado a Casa Blanqueda en el 2022 para quedarse a vivir con su familia. Pero la vida no fue nada fácil, a su niña de ocho años le dio dengue y la segunda vez, le dio dengue hemorrágico. Al de cinco no le paraban de salir salpullidos en la piel. “Por eso, yo misma me puse de voluntaria para coordinar todo. Perifoneamos por toda la comunidad y para cumplir el objetivo necesitábamos que un miembro por familia se inscriba para hacer el trabajo.  Así, en dos meses, se abrieron las zanjas y se ayudó en la colocación de los tubos. Acá participamos todos poniendo nuestro granito de arena para que ocurra el milagro del agua".

“No podíamos arriesgarnos a que otra inundación nos malograra la electrobomba así es que la colocamos sobre una base alta de dos metros para evitarnos problemas”, nos dice Manuel Villegas. A su lado la profesora y regidora Olga asiente con el rostro y dice las palabras finales de esta nota “para mí, no sólo es un logro tener agua en mi caño todos los días, a mí, el agua me limpió el alma, me la limpió de la rabia, de la impotencia de años, del no saber qué hacer para tener una vida mejor. El agua, me limpió la vida. No hay palabras para agradecer lo que hicieron por mí y por mi tierra”.

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