Un nuevo comienzo
Informe amigable 2022
Puntos destacados
Para millones de personas en el mundo, 2022 ha significado el año del reencuentro con sus familiares y amistades, y con sus rutinas laborales, académicas y de entretenimiento tras los dos años de aislamiento social impuesto por la Covid-19.
La ansiada vuelta a la normalidad nos confrontó a todos y todas con viejos problemas que se habían agudizado. Los niños, niñas y adolescentes, lejos de escapar a esta realidad, resultaron entre los más afectados.
Su derecho a la supervivencia y a crecer saludables se encontró con el reto de recuperar lo perdido durante el tiempo que los centros de salud priorizaron la atención de la pandemia y suspendieron o redujeron los servicios de Crecimiento y Desarrollo Infantil, de inmunizaciones, de salud mental, de servicios integrales para adolescentes.
En el campo educativo el ansiado retorno a la presencialidad se encontró con escuelas con capacidad limitada para atender la demanda de vacantes, con infraestructura dañada por la falta de mantenimiento o inexistente, con conectividad y tecnología ausentes u obsoletas, con el desafío de la alfabetización digital de estudiantes y docentes en un mundo que en dos años dio un gran salto a la digitalización y la virtualidad.
La violencia contra la infancia y la adolescencia en todas sus formas no cesó en los dos años de pandemia y nos recordó cada día el desafío de convertir a hogares y escuelas en espacios realmente seguros y protectores.
Perú, considerado un país de ingresos medios a pesar de que su ritmo de crecimiento ya se había desacelerado antes de la pandemia, pasó de tener 6 490 000 personas viviendo en pobreza en el 2019 a 9 184 000 en esta situación en el 2022. El incremento de la pobreza también alcanzó a la niñez y adolescencia: el 37% de los chicos y chicas de entre 0 y 17 años vivía en situación de pobreza.
