Cuando Ignacio Rondón, su esposa Rosmary y sus hijos Roxymar y Reyber cruzaron la frontera norte en Tumbes en el 2019 nunca imaginaron todo lo que vivirían en el país donde comenzaban una nueva vida. Su único deseo al abandonar Venezuela era construir una vida más estable donde sus hijos puedan crecer y desarrollarse plenamente.
A pesar de que el proceso de adaptación en un nuevo país fue complicado en un inicio, vieron una luz de esperanza cuando empezaron a vender empanadas en la calle e Ignacio aprendió el oficio de la pesca. Poco duraría esta tranquilidad, porque en medio de esta tarea en el mar, Ignacio tuvo un accidente que lo dejó postrado en una silla de ruedas. Para la familia fue un duro golpe y tanto para Roxymar como para Reyber, ver así a su padre los colocó en un ambiente de tristeza y por momentos de rebeldía. Los cuatro habían pasado mil peripecias para llegar al Perú. Luego del accidente de Ignacio, las cosas no mejoraron. El norte del Perú soportó el impacto del ciclón Yaku y el Fenómeno del Niño.
“Estábamos viviendo dentro de una pesadilla. Nuestra casa está debajo del nivel de la pista y por eso nos caía el agua hacia adentro de la casa. Y la lluvia, que se metía por el techo, nos tumbó lo que es el baño, se llevó el piso”
Fue en ese momento que escucharon hablar de UNICEF y pudieron recibir ayuda en salud y educación para sus hijos.
Sin embargo, las graves consecuencias del desastre natural, sumado a la discapacidad física de Ignacio, hizo que Rosmary se haga cargo de la casa, la salud de su esposo, el cuidado de sus hijos y la generación de ingresos económicos para subsistir.
“Aquí, las mujeres casi no tenemos una fuente de trabajo como tal. Lo que hacemos es una especie de trueque con los pescadores porque no es fácil para ellos prepararse la comida. Yo les llevo desayuno, lo cambio por pescado y vengo después vendiéndolo en el camino”
Los hijos de Ignacio y Rosmary se han convertido en testigos de la determinación y lucha incansable de sus padres. Roxymar, con apenas cinco años, ya sabe leer, escribir, sumar y restar; Reyber, con seis años, pasará a segundo grado de primaria en el colegio Miguel Grau, del centro poblado de Puerto Pizarro.
En este escenario, la asistencia humanitaria de UNICEF ha sido vital para la familia Rondón. Además de la distribución de bidones de agua, repelentes, mosquiteros y artículos de higiene para evitar enfermedades como el dengue, Zika, leptospirosis o las diarreas agudas, también recibieron apoyo a través de transferencias monetarias para la compra de medicinas, alimentación y educación de sus dos menores hijos.
“La asistencia monetaria nos ha ayudado bastante, ya que mi esposo no puede trabajar. Me ayuda a cubrir lo que tengo que comprar para los niños en la escuela, la comida y la medicina de mi esposo”
Ahora ante la inminente llegada del Fenómeno del Niño “Nuestra mayor preocupación es la salud de nuestros hijos", explica Ignacio. Su lucha y la de su familia, es la de muchas familias peruanas y migrantes que se vienen preparando para afrontar fenómenos climatológicos como el Fenómeno del Niño. Ellos tienen la seguridad de que a pesar de todos los obstáculos siempre hay un mañana en el que pueden trabajar para mejorar sus condiciones de vida y la de sus hijos.
¿Cómo actuar para proteger a niñas, niños y adolescentes en emergencias?
Cuando ocurren emergencias y desastres naturales, niñas, niños y adolescentes enfrentan los más severos impactos: lesiones, enfermedades relacionadas a desnutrición, falta de acceso a agua segura y saneamiento; desplazamiento y la separación familiar, así como el empobrecimiento de sus familias los exponen a un mayor riesgo de abuso, explotación y trata. Todo esto tiene consecuencias en su salud física y mental, y en el ejercicio de sus derechos.
Si deseas sumarte a las acciones que impulsa UNICEF en Perú puedes hacerlo a través de nuestros equipos de recaudación en la calle o ingresando a https://bit.ly/Donar_ 💙🤝
