La contención emocional que brindan los maestros es esencial para niños, niñas y adolescentes
Yelitza Grimán fue parte de los cientos de educadores capacitados por UNICEF y sus aliados en habilidades para enseñar y apoyar a niños y adolescentes después de las inundaciones de Las Tejerías.
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Yelitza Grimán, quien vive en el sector Leonardo Pineda, en Las Tejerías, estado Aragua, es maestra de preescolar y trabaja con niños y niñas de hasta cuatro años de edad en la Unidad Educativa Nacional Sergio Medina, uno de los centros educativos más grandes de la zona, que atiende a niños, niñas y adolescentes de sectores aledaños. La docente fue una de las miles de personas afectadas tras el deslave de Las Tejerías el año pasado. Como muchos otros habitantes de la zona, su casa estuvo cubierta por varios metros de pantano y escombros que dejaron las fuertes lluvias.
En octubre de 2022, la comunidad de Las Tejerías, ubicada en el Municipio Santos Michelena, sufrió severos daños por el desbordamiento de la quebrada Los Patos, que ocasionó múltiples deslaves y afectó 21 sectores. Entonces, se vieron interrumpidos los servicios de suministro eléctrico, agua potable y de señal telefónica. Aproximadamente 1.400 familias se vieron afectadas, 756 viviendas resultaron destruidas y varias edificaciones escolares quedaron deterioradas. Hubo 52 fallecidos a consecuencia de las inundaciones.
Yelitza y otros profesores reconocen que aquel fue un momento muy duro. “Durante la tragedia, como por 15 días, no hubo agua, ni tampoco luz, no queríamos ni comer, ni hacer nada. Estábamos pendiente del amigo y familiar que había sido afectado”.
Apenas algunas semanas después de la tragedia, Yelitza fue contactada por la directora de la escuela para que participara en los talleres que iba a dictar UNICEF sobre convivencia y apoyo socioemocional, como parte de la respuesta integrada entre el Ministerio del Poder Popular para la Educación y UNICEF con el fin de asegurar la continuidad de educativa en las zonas afectadas para minimizar el impacto negativo de lo ocurrido en el desarrollo formativo de los niños, niñas y adolescentes.
La maestra explica que estos talleres fueron cruciales para continuar su compromiso con la enseñanza de los niños y niñas. “Las dinámicas nos sirvieron para expresarnos y decir cómo nos sentíamos. Cuando fui a mi institución le dije a las madres que debíamos continuar con la preparación de la fiesta de Navidad porque los niños no tienen la culpa de esto, a los niños más bien hay que darles alegría”.
Yelitza continúa replicando este tipo de talleres con padres, madres y cuidadores de los niños y niñas de su escuela. “Hice un taller de salud mental, lo puse en práctica y lo voy a transmitir. Buscaré por Internet las capacitaciones de UNICEF porque el maestro tiene que ser innovador”.
En la actualidad, los padres, madres y cuidadores le piden a Yelitza que continue dando talleres porque son muy necesarios para aprender habilidades sobre el manejo del estrés. A lo que ella, con una sonrisa, dice: “son necesarios para garantizar bienestar entre los estudiantes, porque a veces nos encontramos con situaciones que nos dan estrés y no sabemos cómo manejarla”.
Otro profesor que también trabaja con Yelitza es Pedro Algarín, quien tiene seis años en la institución educativa Sergio Medina, donde dicta materias como matemática y física.
Algarín comenta que ha sido muy desafiante manejar las situaciones de angustia y estrés que presentan algunos estudiantes en el salón de clases. "Cuando estás enseñando sobre algún tema y escuchan la lluvia, se desesperan y dicen que se van. Aún sienten miedo y nuestra responsabilidad es escucharlos e irlos calmando", afirma.
Como parte de las capacitaciones impartidas en salud mental y bienestar psicosocial, el profesor Pedro aplica un cronograma de manejo del estrés con cada uno de los estudiantes. Con esta herramienta, hace un seguimiento de las reacciones al estrés que sufren los estudiantes para monitorearlas y atajarlas a tiempo.
El profesor narra el caso de un niño que se puso a llorar cuando comenzó a exponer sobre autoestima en una clase, en los días posteriores a la tragedia. El niño estaba muy nervioso y el profesor se sentó con él. “Hay que ser pacientes y estar con ellos y escucharlos hasta calmarlos”, explica Pedro.
Como resultado de la implementación, UNICEF garantizó que 6.627 niños, niñas y adolescentes tuvieran acceso a entornos escolares seguros y acogedores y a servicios de calidad que mejoran su salud mental y su bienestar psicosocial. Así mismo, 388 docentes desarrollaron habilidades para enseñar y apoyar desde el punto de vista psicoemocional a los niños, niñas y adolescentes.