“Al hablar en nuestra propia lengua, la comunidad siente más confianza y entiende mejor el mensaje"
En la comunidad de San Francisco de Guayo y en todo el bajo Delta Amacuro hacen vida más de 40.000 habitantes de la comunidad indígena warao. UNICEF apoya con servicios de protección, nutrición, salud, agua, higiene y saneamiento.
- Disponible en:
- Español
- English
En Venezuela, al norte de América del Sur, hacen vida diferentes comunidades indígenas, como por ejemplo la Warao, Wayuú, Yukpa, Pemón, entre muchas otras, cada una en distintas áreas del territorio nacional, cada una con su propio idioma, cultura e historia.
En el caso del pueblo indígena warao, a la hora de saludar, se dice: “Yakera” que significa hola, pero también significa gracias. En todo el bajo Delta Amacuro, donde hace vida esta comunidad, UNICEF alcanza a miles de familias con servicios de agua, higiene y saneamiento; protección, educación, nutrición y salud.
Para que la estrategia en esta zona de alto nivel de vulnerabilidad sea exitosa, una de las claves han sido personas como María Torres, consultora indígena warao de UNICEF, que además de comunicarse con la comunidad en su propio idioma y respetando su cultura, apoya a que la aproximación de las intervenciones sea adaptada al contexto.
En las misiones que se realizan a terreno, no solo se monitorean programas y se entregan suministros, sino que también se realizan actividades de sensibilización con niños, niñas y adolescentes en distintos temas, como el agua segura, prevención de violencia, higiene y saneamiento, buen trato, entre otros.
“Se siente una diferencia muy marcada por qué sienten confianza, y entienden mejor el mensaje, la información lo reciben mejor de esta manera los habitantes de la comunidad hay mayor interacción y participación, la comunidad colabora en las actividades y da a conocer también sus inquietudes, nos ayudan a hacerlo mejor” explica María Torres, consultora indígena warao.
En una misión reciente a San Francisco de Guayo, en el bajo Delta Amacuro, donde UNICEF hizo entrega de la primera planta potabilizadora que funciona con energía solar en una comunidad fluvial en el país, se realizaron distintas actividades de sensibilización sobre el agua y otras enfocadas al sentido de pertenencia y cuidado de la planta.
“La dinámica con los niños y niñas para enseñarles cómo lavarse correctamente las manos, el haber recorrido la comunidad en la que viví tanto tiempo apoyando a superar desafíos como dónde almacenar el agua, hacer entrega de suministros como jabones, casa por casa, y ver la participación de los niños y niñas son cosas que me llenan mucho, y creo que hacen la diferencia en la implementación” explica María Torres.
En otras comunidades y estados, como es el caso de la comunidad indígena Pemón en el estado Bolívar, se utilizan estrategias para abordar a la comunidad respetando su idioma y su cultura, la profesora Nardi Bolívar, Técnico en Rendición de Cuentas a Poblaciones Afectadas de UNICEF pertenece a la comunidad pemón, y además de acompañar actividades en cualquier comunidad, facilita la comunicación y acercamiento a programas con su propia comunidad.
“Trabajar en estos contextos de extrema necesidad y vulnerabilidad es una tarea ardua, que amerita de personas no solo calificadas sino muy comprometidas con alcanzar los resultados positivos y contextualizados, personas que defiendan los Derechos pero también la cultura, que apuesten por la sostenibilidad no solo de los recursos materiales sino ambientales” explica Nardi Torres, Técnico en Rendición de Cuentas a Poblaciones Afectadas de UNICEF.
“Hay que reconocer que cuando se brindan oportunidades a la comunidad, esta se apropia, tal como lo vimos con la Planta Potabilizadora en San Francisco de Guayo, pues al poder acceder al agua, las personas acudían a recogerla y entienden cómo va a influir en prevenir enfermedades y estar más sanos. No solo consiste en entregar un proyecto o suministro sino en comprometer y empatizar para generar cambios sostenibles” concluye Nardi Torres.
En San Francisco de Guayo, gracias al apoyo de personas como María, o Nardi, el acceso y la comunicación con la comunidad se vuelve muy sencillo y empático, y siempre al equipo de UNICEF le reciben con un Yakera.