“Los docentes somos héroes anónimos”, nos dice Walter Velásquez, creador de Kipi
Cuando en 2020 empezó la Centro de información sobre COVID-19 pandemia de COVID-19 y en Perú se cerraron las escuelas, Walter se hizo una pregunta clave: ¿qué puedo hacer para que mis alumnas y alumnos no pierdan interés en aprender? Ese fue el inicio de una revolución tecnológica en la I.E. Santiago Antúnez de Mayolo, ubicada en el distrito de Colcabamba, (provincia de Tayacaja en Huancavelica), donde Walter Velásquez, docente de 33 años, lleva más de una década enseñando a cuatro secciones -de 25 estudiantes quechuahablantes cada una- del tercer grado de secundaria. I.E. Santiago Antúnez de Mayolo, distrito de Colcabamba, provincia de Tayacaja La I.E. Antúnez de Mayolo se ubica en Colcabamba (Tayacaja, Huancavelica) a 2,979 m.s.n.m. Un buen día, bajo la resolana de la sierra que abrazaba el frío de la ciudad, Walter, después de recorrer kilómetros a pie, llegó al colegio pero esta vez acompañado. Estaba delante del pizarrón sosteniendo en brazos a su nueva mejor amiga, Kipi (del quechua Q’ipi que significa bulto o paquete) . Las y los adolescentes lo miraron, curiosos, esperando que su profesor diga algo. Pero no, se equivocaron. Quien iba a empezar la clase aquel día era la misma Kipi, una robot que ya les daba los buenos días.
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