Niños en la mira
Los niños son víctimas de conflictos en todo el mundo. No podemos aceptar esto como una "nueva normalidad"
Los ataques contra los niños siguen produciéndose de manera incesante en todo el mundo. El número de países en los que hay conflictos violentos activos es el más alto de los últimos 30 años. Como resultado de esos conflictos, más de 30 millones de niños han tenido que desplazarse. Muchos de ellos son víctimas de la esclavitud, la trata, el abuso y la explotación. Otros viven en un limbo jurídico, ya que carecen de un estatus migratorio oficial y no tienen acceso a la educación ni a la atención de la salud. Desde Afganistán hasta Malí, Sudán del Sur, Yemen y otros países, las partes beligerantes están desobedeciendo una de las normas de guerra más básicas: la protección de la infancia.
Los niños se han convertido en el blanco de primera línea. Esta es una crisis moral de nuestra era, y en ningún caso podemos considerarla la “nueva normalidad”.
Con el fin de mejorar la supervisión, así como prevenir y poner fin a los ataques contra los niños, el Consejo General de las Naciones Unidas ha distinguido y condenado seis violaciones graves contra los niños en tiempos de guerra: el asesinato y la mutilación de niños; el reclutamiento o la utilización de niños en fuerzas y grupos armados; los ataques contra escuelas y hospitales; las violaciones y otras formas graves de violencia sexual; el secuestro de niños; y la prohibición del acceso de la asistencia humanitaria para los niños.
Entre 2005 y 2022, se verificaron más de 315.000 violaciones graves cometidas contra los niños por parte de las facciones beligerantes en más de 30 situaciones de conflicto en África, Asia, Oriente Medio y América Latina. Sin lugar a dudas, la cifra real es mucho más alta.
No más ataques contra los niños
Lo que necesitan los niños para crecer bien es que haya paz. Es fundamental para ellos que se redoblen los esfuerzos para poner fin a los conflictos armados actuales, aparentemente incesantes. Sin embargo, los niños no pueden estar esperando a que llegue esa protección: mientras las guerras continúan, jamás debemos aceptar los ataques contra niños.
Treinta años después de la adopción de la Convención sobre los Derechos del Niño y 70 años después de los cuatro Convenios de Ginebra (la base internacional jurídica de la protección de civiles en tiempos de guerra), ha llegado la hora de decir “¡Basta! Basta de atacar a los niños”.
Lo que podemos hacer para lograr el cambio:
Los ciudadanos de todo el mundo pueden empezar por no apartar la mirada del sufrimiento de los niños, ya sea porque les parece muy lejano o porque la política del conflicto es demasiado compleja.
Debemos insistir a los dirigentes nacionales e internacionales en que proteger a los niños durante conflictos armados es la piedra angular de una humanidad compartida.
Hemos de exigir un liderazgo que esté preparado para tomar medidas con el fin de prevenir ataques y violencia contra los niños atrapados en zonas de guerra.
Los gobiernos y todas las partes beligerantes de los países asolados por conflictos deben actuar para cumplir con sus obligaciones para proteger a los niños y permitir el acceso a servicios de respuesta especializados para niños afectados por la violencia.
Es necesario ayudar a las comunidades de zonas afectadas por conflictos a crear entornos protectores para niñas y niños.
Los gobiernos que apoyan o tienen influencia en las partes beligerantes deben usar toda esa influencia para asegurarse de que los niños reciben la protección que dictan las normas de derecho internacional.
Instituciones de seguridad y paz internacional como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y organizaciones regionales pueden hacer más para priorizar la seguridad y el bienestar de los niños atrapados en conflictos armados.
La comunidad internacional puede esforzarse más para promover programas dedicados a proteger a los niños contra la violencia, abuso y explotación y prestar los servicios necesarios para ayudar a los niños a superar conflictos con la esperanza de un futuro mejor.
Si protegemos a los niños de los ataques en conflictos armados, mantendremos viva la esperanza y comenzaremos a prepararlos para construir futuros pacíficos para sí mismos y para sus países. Si actuamos juntos, podremos lograr que los ataques contra los niños dejen de ser algo normal y preservar la humanidad.
Los niños no pueden esperar. Debemos actuar de inmediato.
Últimas noticias relacionadas con emergencias
Llamamiento de emergencia en favor de la infancia
Hoy en día, el número de niños y niñas que necesitan asistencia humanitaria es mayor que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial. En todo el mundo, la infancia se enfrenta a una confluencia de crisis de proporciones históricas, que van desde conflictos y desplazamientos hasta brotes de enfermedades infecciosas y un aumento de las tasas de malnutrición.
Más de 400 millones de niños y niñas viven en zonas en conflicto y se estima que 1.000 millones –casi la mitad de la población infantil mundial– viven en países extremadamente vulnerables a los efectos del cambio climático; al menos 36,5 millones de niños y niñas han sido desplazados de sus hogares; y 8 millones de niños y niñas menores de 5 años de 15 países afectados por situaciones de crisis corren el riesgo de morir como consecuencia de enfermedades como la emaciación grave.
Pero la situación está lejos aún de ser desesperada. Sabemos cómo proporcionar asistencia a los niños que corren más riesgos y cuyas necesidades son mayores. Una acción humanitaria decisiva y oportuna puede salvar las vidas infantiles y sembrar al mismo tiempo las semillas del desarrollo futuro.
Por medio del llamamiento de Acción Humanitaria para la Infancia 2023, UNICEF solicita 10.300 millones de dólares para proporcionar asistencia humanitaria a más de 110 millones de niños y niñas.
Acción Humanitaria para la Infancia: objetivos para 2023
En 2023, UNICEF y sus aliados seguirán proporcionando una respuesta humanitaria basada en principios, oportuna, predecible y eficiente, en consonancia con las normas y los criterios internacionales. UNICEF también está trabajando en el fortalecimiento de la resiliencia de las comunidades y de la infraestructura sanitaria para resistir a los riesgos climáticos, con el objetivo de vincular mejor su respuesta humanitaria con la resiliencia de la comunidad y la adaptación al clima a largo plazo.
Igualdad de género y programación inclusiva: En 2023, UNICEF seguirá dando prioridad a la igualdad de género en la acción humanitaria, tanto en la fase de preparación como en las de la respuesta y la recuperación.
El clima en la acción humanitaria: Aunque gran parte del enfoque mundial de UNICEF se centra en la mitigación del riesgo que presenta el cambio climático, es necesario invertir de forma inmediata en medidas de adaptación para fortalecer la resiliencia en un entorno que cambia rápidamente y de una manera drástica. Las intervenciones de UNICEF se centran en: (1) ampliar los modelos de adaptación al cambio climático en las operaciones mundiales; (2) promover y participar en la formulación de políticas; y (3) dar prioridad a los esfuerzos de preparación para adaptarse al clima, que son fundamentales para garantizar la adopción de medidas oportunas, eficaces y rentables destinadas a salvar vidas y aumentar la resiliencia.
Crisis alimentarias y nutricionales mundiales: El objetivo de UNICEF es proteger y promover la alimentación, los servicios y las prácticas para prevenir, detectar y tratar la emaciación infantil. UNICEF tiene por objetivo garantizar que ningún niño muera de emaciación, y para ello acelerará el progreso simultáneamente en dos frentes relacionados entre sí: (1) reducir el número de niños y niñas que padecen las formas más graves de emaciación; (2) aumentar la cifra de niños y niñas con formas graves de emaciación que reciben tratamiento. 👉🏼 Más información sobre la emaciación
Emergencias de salud pública: El número anual de brotes notificados a la Organización Mundial de la Salud se ha multiplicado por más de tres desde 1980. UNICEF se compromete a hacer frente a las emergencias de salud pública no solo mediante la coordinación y el liderazgo de las emergencias en respuesta a las amenazas sanitarias, sino también trabajando para garantizar la continuidad de los servicios esenciales.