Medidas contra la obesidad infantil en tiempos de COVID-19

Más desafíos, nuevas posibilidades

Víctor Aguayo y Johanna Ralston
Una niña de Oaxaca
UNICEF México / StaffComm
19 Noviembre 2020

Es cada vez más evidente que las estrategias de respuesta ante la pandemia de COVID-19, tales como el cierre de escuelas, confinamiento y restricciones al comercio, están exacerbando los desafíos a la nutrición infantil y el bienestar mundial, con potenciales impactos negativos sin precedente. Se estima que por ejemplo, al menos 370 millones de niños en el mundo perdieron acceso a comidas escolares esenciales a partir del cierre de las escuelas. Las amenazas están presentes no sólo en la cantidad, sino también en la calidad nutrimental de la comida que reciben niñas, niños y adolescentes.

El mayor impacto en la disrupción de los sistemas alimentarios y de salud, así como la reducción del ingreso en los hogares podría verse reflejado en un incremento de la emaciación. Según estudios de UNICEF, de los primeros meses de la pandemia COVID-19, para los países de ingresos medianos-bajos se estima una reducción del 30% de la cobertura esencial de servicios de nutrición y una disminución del 75 al 100% en contextos de confinamiento. Si no se toman medidas inmediatas la prevalencia global de la emaciación infantil podría incrementar en un impactante 14% y el número de niños con esta condición podría subir de 6 a 7 millones.  

Sin embargo, éste no es el único desafío de malnutrición que está en riesgo de agravarse por el COVID-19. El sobrepeso y la obesidad – que en sí mismos suponen factores de riesgo por las secuelas adversas de la enfermedad – también incrementarían rápidamente si las condiciones actuales persisten.

A causa de la COVID-19, muchas comunidades enfrentan obstáculos financieros y físicos para acceder a comida nutritiva y dietas saludables. Acciones cruciales para promover una mejor nutrición infantil, tales como el acompañamiento y apoyo a la alimentación infantil y juvenil óptima, el acceso a comidas escolares saludables y los esfuerzos para tener un etiquetado frontal en productos alimenticios, han sido interrumpidos o atrasados indefinidamente. Además, durante la pandemia se ha reportado sobre prácticas de marketing oportunista y distribución inapropiada de sustitutos de leche materna y comida poco saludable, que van en contra de los esfuerzos nutricionales de la salud pública.

En países tan diferentes como Australia, Brasil, Italia, Portugal y el Reino Unido se están presentando coincidencias: un incremento en el consumo de refrigerios, consumo de alimentos ultra procesados y mucho tiempo en sedentarismo y frente a la pantalla, todos comportamientos que elevan el riesgo del aumento excesivo de peso infantil. Por ejemplo, un estudio en Italia muestra que casi la mitad de todos los niños encuestados han aumentado su consumo de dulces y pasan hasta cinco horas extras diarias frente a la pantalla. Una encuesta similar realizada por UNICEF Brasil detectó que un tercio de las familias habían empezado a consumir más alimentos ultra procesados y bebidas gaseosas. Estas alarmantes cifras no pueden ser ignoradas.

 

Cuadro 1. Proyección de países que para 2030 tendrán más de 1 millón de niños en edad escolar y jóvenes viviendo con obesidad. *

País

Niñas, niños y adolescentes con obesidad en 2030 (millones)

China

62

India

27

Estados Unidos

17

Indonesia

9.1

Brasil

7.6

Egipto

6.8

México

6.5

Nigeria

6

Pakistán

5.4

Sudáfrica

4.1

Bangladesh

3.6

Irak

3.5

Turquía

3.4

Filipinas

3.4

Irán

3

Argelia

2.7

Rusia

2.6

RD Congo

2.4

Argentina

2.2

Tanzania

2.2

En los países de ingresos medianos-bajos, donde viven la gran mayoría de los niños con sobrepeso u obesidad, el crecimiento en los niveles de sobrepeso se suma al problema constante de la desnutrición, creando un desafío complejo. Ahora más que nunca es importante que en estos países orienten sus políticas hacia un “ganar- ganar” o “doble acción” para manejar la doble carga de la malnutrición; de implementarse estas de manera extendida a través de múltiples sistemas (como alimentación, salud, agua, educación y protección social) tales esfuerzos podrían aportar de manera importante a atender todas las formas de malnutrición, incluyendo el sobrepeso y la obesidad.

Pero, a pesar de las adversidades, hay oportunidades a la vista.

Existe un creciente consenso político de que los sistemas alimenticios del futuro deberán de proveer tanto comidas saludables como sostenibles, para todos. La razón de esto es clara: cuando los gobiernos invierten en los sistemas que protegen a los niños contra la malnutrición, en todas sus formas, la buena nutrición de los niños crece dramáticamente. Para que esto suceda, se necesita un compromiso genuino de los gobiernos para reducir el costo para las familias con el fin de facilitar su acceso a una dieta nutricional, segura, asequible y sustentable. Para lograrlo, se necesitan transformaciones críticas, incluyendo un compromiso renovado de generar y compartir datos y evidencias que sean relevantes para la formulación de políticas, comprobar enfoques innovativos e incrementar la implementación de intervenciones basadas en información, tanto en países como en ciudades.

Pero para asegurar cambios realmente duraderos y sustentables para las generaciones futuras, necesitamos fomentar la contribución y el liderazgo de la juventud misma. Ellos nos dicen que están hartos del estatus quo, que su ambiente del día a día no los alienta a tomar mejores elecciones alimenticias y que ellos quieren ver un cambio. Dar espacios a que se escuchen las voces de los jóvenes para realmente tomarlas en cuenta, hará cambios positivos a gran escala, pero sí se requieren compromisos para trabajar en colaboraciones efectivas; sin embargo, lo más común es que sus ideas estén ausentes de las conversaciones concernientes a nutrición y bienestar.

En el Día Mundial de la Infancia honramos a niñas, niños y adolescentes que trabajan incansablemente por sistemas alimenticios saludables y sostenibles. Ellos están preparados para reimaginar un mejor futuro mejor. ¡Hagámoslo juntos!

 

 

 

* Fuente: World Obesity Federation, Atlas of Childhood Obesity (2019)