El arte como vehículo y la reconstrucción de la fibra social

Colaboración entre organizaciones internacionales y el arte en el espacio público

Soraya Bermejo, Jefa de Comunicación en UNICEF México
El arte como vehículo y la reconstrucción de la fibra social
UNICEF México / Angélica Vergara
24 Octubre 2019

Hace unos días, en el marco de una actividad creativa con niñas, niños y adolescentes migrantes en Tijuana organizada por UNICEF México con el escultor Jorge Marín paralelamente a la inauguración en Centro Cultural de esa ciudad (CECUT) de una retrospectiva de sus bronces, la Fundación Jorge Marín me invitó a participar en un conversatorio sobre el arte como vehículo para la reconstrucción de la fibra social y me pidió que explorara cómo se ven la migración y el arte desde la perspectiva del activismo internacional.

Como personal de UNICEF, una agencia humanitaria de las Naciones Unidas, la petición de la Fundación Jorge Marín me llevó a preguntarme si veo mi trabajo como una forma de activismo y si el personal de las Naciones Unidas en general nos consideramos activistas, ya que estoy bastante segura de que la inmensa mayoría de los empleados de la ONU, independientemente de si trabajan para la sede global o las agencias humanitarias, no consideran su trabajo como “activismo” o piensan en sí mismos como “activistas”.

No obstante, habiendo reflexionado sobre el tema en preparación al conversatorio, he llegado a la conclusión de que, dada la misión que los países miembros le han encomendado a las Naciones Unidas, todas y todos sus empleados deberíamos considerar nuestra labor como activismo.  La misión de la ONU en versión abreviada es:

  • Fomentar relaciones de amistad entre las naciones, basadas en el respeto a la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos.
  • Fortalecer la paz universal.
  • Fomentar la cooperación internacional hacia la solución de problemas económicos, sociales, culturales o humanitarios.
  • Desarrollar y estimular el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, sin distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.
  • Armonizar los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos comunes.

En el contexto de esa misión, personalmente opino que todo empleado del sistema de las Naciones Unidas que no se considere un activista por las relaciones de amistad entre los pueblos, la paz universal, la igualdad de derechos y la cooperación internacional hacia la solución de problemas humanitarios no merece el cargo y responsabilidad que se le han encomendado.

Bajo esa lógica, me permití entonces aceptar en calidad de activista la invitación de la Fundación Jorge Marín a participar en su mesa de diálogo sobre uno de mis temas favoritos a nivel personal, el arte, y uno de los temas sociales que nos ha mantenido más ocupados a mis colegas y a mí en los últimos años: la migración – específicamente, la infancia y adolescencia migrantes.

La migración es un fenómeno natural, no un problema.
UNICEF México / Luis Kelly

Ahora, en respuesta a la pregunta inicial de la Fundación sobre cómo se ve la migración desde la perspectiva del activismo internacional, debo decir que, desde nuestra visión, la migración es un fenómeno natural, no un problema. 

La migración se convierte en un problema cuando las naciones receptoras olvidan la visión global que llevó a la creación de la ONU; cuando los pueblos y sus gobiernos olvidan la importancia de fortalecer la paz y la cooperación para solucionar problemas económicos, sociales, culturales y humanitarios; cuando contemplamos al desconocido que llega a nuestras fronteras como una amenaza, no como un vecino en necesidad de apoyo, por el motivo que sea, y empezamos a tomar medidas para protegernos contra ella o él; cuando criminalizamos a individuos y familias en esa situación; cuando deshumanizamos a los niños que migran, acompañados o solos, olvidando que los niños son niños y sus derechos viajan con ellos.

Tanto solos como acompañados por adultos, los niños, niñas y adolescentes continúan bajo la protección internacional de la Convención de los Derechos del Niño, bajo la cual los países signatarios, como México, se comprometen a velar por su salud, educación, igualdad y protección.

Una Convención que, por cierto, es el instrumento internacional más ampliamente adoptado, y que este año cumple treinta años de haber sido creada por la comunidad global para proteger a todos los niños del mundo independientemente de dónde estén o a dónde vayan.

Desde una experiencia muy personal, he vivido la migración como hija de españoles que emigraron a Venezuela cuando las oportunidades de trabajo escaseaban en la España de finales de los años 50 pero abundaban en la próspera Venezuela de esa década; la he vivido también como venezolana que vio llegar a migrantes colombianos, ecuatorianos y peruanos a Venezuela en los 70 y vio también el prejuicio y a veces claro desprecio con que eran recibidos por una gran proporción de los habitantes del rico país petrolero de ese entonces.

He vivido la migración como hija de españoles que emigraron a Venezuela
Soraya Bermejo
He vivido la migración como hija de españoles que emigraron a Venezuela
Soraya con su padre, en Venezuela
Soraya Bermejo

Y la estoy viviendo ahora como venezolana que nunca se vio afectada por la crisis que padece el país actualmente – ya que salí de él cuando contaba con una economía nacional muy próspera – pero que de pronto es ciudadana de un país de migrantes que escapan desesperadamente a Colombia, Ecuador, España, Perú, etc.

El carácter natural, cambiante y difícilmente predecible de los flujos migratorios es una de las lecciones más importantes que podemos enseñarles a las actuales y futuras generaciones.

La Fundación Jorge Marín planteó otra pregunta fundamental para su conversatorio: si se ha dado un diálogo real que haya resultado en verdadera colaboración entre organizaciones internacionales y el arte en el espacio público. 

En mi opinión la respuesta es sí y no, ya que, en mi experiencia, las organizaciones internacionales, particularmente las que forman parte de las Naciones Unidas, tienden a ver el arte desde cuatro perspectivas y olvidan la quinta y, en mi opinión, más valiosa de todas.

Chagall UN
UN Photo/Teddy Chen

 

La primera es como fuente de obras de arte para sus oficinas: Las sedes de la ONU en NY y Ginebra son vivo testimonio de esto: están hermosamente decoradas con obras de Chagall, Krohg, Barceló, etc. y reciben donativos constantes de nuevas obras, aceptados bajo la idea, sin duda válida, de que la comprensión de las distintas manifestaciones artísticas de los pueblos del mundo ayuda al mejor entendimiento entre éstos.  Hay incluso obras cuya calidad, justa o injustamente, no ha sido considerada a la altura de estas grandiosas sedes y permanecen olvidadas en edificios de menor importancia (como, por ejemplo, un enorme retrato al óleo de la actriz Audrey Hepburn, una de las primeras embajadoras de buena voluntad

 

 

La segunda es como fuente de fondos: Numerosas tarjetas de navidad y otros productos de UNICEF han sido diseñados en colaboración con artistas de todo el mundo que nos han donado su tiempo y talento, por ejemplo, y donativos y subastas de obras de arte han generado millones de dólares en apoyo a actividades humanitarias mundialmente.

tarjetas de navidad
UNICEF USA
La tercera perspectiva es como herramienta de apoyo psicosocial para la recuperación
UNICEF México / Balam-ha Carrillo

 

 

La tercera perspectiva es como herramienta de apoyo psicosocial para la recuperación, por ejemplo, de niños y adultos afectados por la violencia u otras vivencias extremas, inclusive en el caso de la migración, como hemos venido haciendo UNICEF y la Fundación Jorge Marín este mes, en talleres para niños migrantes llevados a cabo en Líbano, México y Turquía.

 

 

La cuarta es como vehículo para la comunicación, y un buen ejemplo de esto es una exhibición sobre la Convención de los Derechos del Niño ilustrada por caricaturistas de renombre internacional que UNICEF está mostrando en distintas ciudades de México para difundir el conocimiento entre niños y adultos sobre estos derechos, con motivo del 30 aniversario de la Convención.

La cuarta es como vehículo para la comunicación
UNICEF / L. Uribe

En mi opinión, no obstante, existe una quinta y crucial perspectiva que las organizaciones internacionales no estamos explotando o al menos no suficientemente: la inmensa capacidad del proceso creativo en sí mismo para fomentar relaciones de amistad, cooperación hacia la solución de problemas sociales y respeto a las libertades fundamentales.  Es decir, para llevar a cabo la misión encomendada a las Naciones Unidas.  Es ese potencial el que desde UNICEF estamos explorando con Jorge Marín y su fundación.

Finalmente, la Fundación Jorge Marín me pidió que explorara cómo he incidido yo desde mi trabajo en este terreno de la colaboración entre el arte y la labor humanitaria, pero creo que se trata más bien de cómo estoy intentando incidir, y no es tarea fácil.  A diferencia de lo que ocurre con el mundo del deporte, particularmente de los grandes eventos deportivos como las olimpiadas y los campeonatos mundiales de futbol, las organizaciones internacionales no se entusiasman fácilmente cuando se les habla de colaborar con artistas plásticos bajo la quinta perspectiva (la del proceso creativo en sí) mencionada anteriormente, y no es fácil hacerles vislumbrar el enorme potencial que ofrece el mundo del arte más allá de las otras cuatro perspectivas o hacerles entender que el público interesado en las artes plásticas, la música y el teatro es generalmente un público con alto potencial de apoyo a los derechos humanos.  El potencial de la actividad artística y de sus seguidores en ese sentido es, en mi opinión personal, constantemente subestimado y los de los eventos deportivos masivos y de sus seguidores altamente sobreestimados.

Por ello quienes desde UNICEF y otras organizaciones internacionales vemos ese potencial aún no totalmente explotado del proceso de creación artística, valoramos enormemente el apoyo de artistas como Jorge Marín, cuyo acompañamiento en la búsqueda de soluciones a problemas sociales y el respeto de las libertades fundamentales da nueva forma y nueva luz a nuestra labor humanitaria.